Creación de una identidad propia.
​
La apropiación de la Sección 1, nos deja en condiciones de explorar esta desafiante posibilidad.
Tensionar las normas grupales al comprometernos con una posibilidad que nos despierta en forma singular, que pocos consideran que vale la pena.
Vivir con el ánimo de desasosiego que acompaña a lanzarnos a una posibilidad propia de ser.
Desafiar el conformismo de obedecer puntillosamente las normas establecidas, la rebeldía de oponerse a ellas por completo, y la resignación tranquilizada de componerlas superficialmente para evitar tener que confrontar posibilidades inéditas
​
La vida como una agenda de tareas.
​
Ponernos en contacto con el fenómeno de la vida diaria confrontándonos como una agenda de tareas obligatorias.
Sintonizar con la habitual ausencia de una declaración de “quiénes queremos ser”.
Guiarnos por nuestra experiencia cotidiana del tiempo. ¿Aburridos? Nos sobra tiempo, faltan tareas que hacer. ¿Apurados? Nos falta tiempo, las tareas son excesivas. Sería un milagro que quiénes somos y “lo que tenemos que hacer” se correspondan armónicamente.
​
La posibilidad de serenidad.
​
Al declarar quiénes seremos, le damos foco al presente y sus actividades. Hecha con seriedad, la declaración crea de inmediato nuestro futuro en el presente, en vez de esperarlo como resultado de predicciones y planes.
Ni agitada ni tediosa, la existencia enfocada en cultivar una identidad tiene el tiempo que necesita, y necesita el tiempo que tiene. Una vida sin pendientes ni esperas.
