Confundimos pensar con calcular, hacer deducciones.

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Nuestra educación nos entrena a resolver problemas, la habilidad de deducir conclusiones a partir de premisas ya establecidas.

Somos tan competentes en hacerlo, que nos resulta difícil imaginar que pensar puede ser algo diferente.

Por lo pronto, no nos preguntamos cómo se crean los problemas.

 

Apropiarnos de una interpretación menos intelectual.

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Pensar no es una actividad “mental”, sino que la ejecuta nuestro estar inmerso en las preocupaciones prácticas de la vida cotidiana.

Cómo la larga tradición filosófica que interpreta pensar como manipular ideas en la mente nos parece tan natural, que nos resulta difícil cuestionarla.

“Pienso luego existo” es la fórmula que resume la respuesta de la modernidad a la pregunta.

 

Pensar como acción creativa.

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Tanto acción política, técnico productiva, artística o reflexiva.

Pensar es una actividad esencialmente pragmática.

Pensar es hacer emerger un nueva obra que nos importa y nos compromete.   

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